La belleza de nuestra sexualidad – Silvana Fiamene
¿Qué entendemos por sexualidad?
Cuando hablamos de sexualidad nos referimos a un elemento básico, esencial de nuestra personalidad. Es un modo propio de ser, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano. Influye en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones y nos lleva a buscar amor, proximidad, calidez, intimidad y así alcanzar la plenitud, la felicidad.
Ciertamente se trata de algo muy importante cuando hablamos de sexualidad. La actitud de la sociedad frente a este tema ha oscilado en los últimos años pasando de ser un tema tabú, rodeado de silencios, prejuicios y negación a un momento histórico y cultural donde ha sido banalizada, trivializada y hasta despersonalizada la belleza de la sexualidad humana.
Necesitamos redescubrir una mirada gozosa de nuestro ser, de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad, apoyados en la salud integral, los derechos de todos y para todos y el valor de la dignidad de cada persona, que nos posibiliten alcanzar una vida más plena y feliz.
¿Iglesia y sexualidad?
Muchas personas comparten el prejuicio de ver a la Iglesia como una especie de policía moral que viene a decirnos, cuando no a imponernos, lo que debemos o no hacer en nuestra vida. Esto genera frecuentemente un malestar seguido de la pregunta ¿quién es la Iglesia para decirnos qué hacer, o como vivir?
Me gusta verlo más desde la perspectiva de una madre que aconseja a sus hijos sobre que caminos tomar para desarrollarse más plenamente. Obviamente será muy difícil que durante la etapa de adolescencia sus hijos le “hagan caso”, y seguramente pensarán: “que anticuada, la vieja no entiende nada, no sabe como son las cosas hoy,
tendría que modernizarse”…
La sociedad actual atraviesa una crisis donde justamente la adolescencia se ha extendido en el tiempo en la vida de las personas. Así encontramos adolescentes precoces y adultos que viven “adolescencias” muy prolongadas. Tanto así que algunos la han denominado la sociedad con Síndrome de Peter Pan, que se niega a crecer, a madurar.
En un mundo de consumo donde florece el egoísmo, el hedonismo, el narcisismo, y la vida sin sentido, se vuelve bastante difícil la tarea de salir de uno mismo para ir al encuentro del otro. Más aún, de ir en busca del bien para el otro, lo que constituye como sostiene Aristóteles, la base del verdadero amor.
Tal vez sea tiempo de plantearnos como sociedad, cuales son los valores que nos definen como seres humanos en desarrollo y hacia donde queremos ir, más allá de las corrientes de moda. Quizá sea en ese crecimiento que podamos volver la mirada a los consejos maternos de la Iglesia y descubramos que más allá de todo, solo quería y buscaba nuestro bien. Sería bueno acercarnos entonces desde nuestra personalidad madura para agradecerle sus cuidados y trabajos, a pesar de nuestra distancia e incomprensión.
El amor como camino hacia la felicidad plena
En muchos aspectos nuestro querido país se encuentra en crisis. Lo vemos a nivel de educación, del aumento de la violencia e inseguridad, en la salud más de medio millón de uruguayos presentan depresión y dos personas por día se quitan la vida. Estas cifras alarman y preocupan, sobre todo porque no se trata de números, sino de gente que sufre.
Se vuelve para todos una necesidad imperiosa el buscar respuestas y aportar cada uno desde su lugar, el poder mejorar esta realidad. Apostar a una educación integral que fortalezca a las nuevas generaciones y les capacite para un desarrollo pleno de todas sus potencialidades, incluida la capacidad de amar, es un compromiso de todos.
Totalmente de acuerdo. Bien claro y real. Un tema que sorprende que nadie le alerte y haga algo. Estamos hablando de la depresión. Ese vacío que es causa de la falta de Dios en la sociedad. Hablamos de la mitad de la población de uruguay. Gracias por tu vos y que sean cada vez más las voces Catolica Dios los bendiga.